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Las 6 claves para poner en práctica con éxito el aprendizaje cooperativo en tu aula

El aprendizaje cooperativo no funciona por arte de magia. El viejo hábito de mandar hacer un trabajo en equipo y esperar a ver qué ocurre una semana después dinamita la confianza de los alumnos. De esta forma, más que aprender a colaborar, quizá no querrán volver a hacerlo nunca.
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Las 6 claves para poner en práctica con éxito el aprendizaje cooperativo en tu aula

Índice de contenidos

Tipos de grupos para el aprendizaje cooperativo

Las técnicas de aprendizaje cooperativo son variadas y ricas, pero todas funcionarán mientras tengan en cuenta estos seis componentes.

Del mismo modo, existen muchas posibilidades para crear grupos.

Podemos crear grupos estables que permanezcan a lo largo de un mes o un trimestre, o grupos informales que sirvan para introducir, desarrollar o concluir el trabajo de una actividad.

También podemos crear grupos de alto rendimiento, cuyos miembros permanezcan juntos durante todo el curso escolar y hagan un seguimiento estable de objetivos y tareas propios.

GRUPOS FORMALES

Los alumnos trabajan juntos durante una o varias sesiones para lograr objetivos de aprendizaje compartidos y completan juntos unas tareas o trabajos específicos.

Estos grupos formales son el fundamento de todos los demás procedimientos cooperativos.

Se estructuran mediante decisiones preinstruccionales, estableciendo la tarea y la estructura cooperativa, supervisando los grupos mientras trabajan e interviniendo para mejorar el trabajo y el trabajo en equipo, evaluando el aprendizaje del alumno y procesando el funcionamiento del grupo.

GRUPOS INFORMALES

Los alumnos trabajan juntos en grupos temporales que duran únicamente una sesión para lograr objetivos de aprendizaje compartidos.

Estos grupos se utilizan para centrar la atención de los alumnos en la materia, crear unas expectativas y un estado de ánimo que conduzca al aprendizaje, asegurar que los alumnos procesen cognitivamente la materia y concluir una sesión instructiva.

GRUPOS DE ALTO RENDIMIENTO

Grupos a largo plazo (que duran al menos un semestre o un año) con miembros estables cuya responsabilidad es dar a cada miembro el apoyo, el ánimo y la ayuda que necesita para progresar académicamente y desarrollarse cognitiva y socialmente de una manera saludable.

Colegio Plurilingüe Padre Miguez, Calasancias (Vigo). Fotografía Amaia Maguregui.

Las 6 claves para poner en práctica con éxito el aprendizaje cooperativo en tu aula

Los componentes esenciales del aprendizaje cooperativo

Para trabajar en grupo hay que disfrazarse

Pero no se trata de ir vestido de Spiderman ni de pastorcillo.

No os asustéis, no hay que andar cosiendo disfraces para un festival todos los días. Cuando hablo de disfraces me refiero al uso de roles dentro del equipo. Roles como portavoz, encargado de mesa, secretario, moderador o dinamizador.

Una de las claves del éxito para trabajar en equipo es que haya un reparto equitativo de tareas. Es necesario que cada uno de sus miembros conozca las funciones a desempeñar en el rol que ocupa.

Algunos ejemplos de roles serían:

Rol dinamizador

  • Fomenta la participación.
  • Se asegura de que todos los miembros participen y contribuyan por igual con sus ideas y opiniones.
  • Está atento a controlar el tiempo de cada intervención para que todos puedan hablar.
  • Anima en el reparto de tareas.
  • Ofrece apoyo verbal y no verbal a las ideas y a la participación de cada miembro.
  • Media en conflictos emocionales.

Rol ordenador

  • Controla el tono de voz para que todos hablen, de modo que se pueda trabajar en el aula.
  • Está atento al tiempo de cada actividad y al tiempo total del proyecto.
  • Controla el orden de los materiales.
  • Recoge los materiales al final y al principio de cada tarea.
  • Controla que los compañeros se muevan entre los grupos sin hacer ruido.
  • Registra frecuencias y tiempos.

Rol líder

  • Se encarga de explicar y trasmitir las tareas a todos los miembros.
  • Orienta el trabajo del grupo y está atento a los roles de cada cual y al proceso de trabajo.
  • Lleva un registro del grupo, redacta informes sobre decisiones o presentaciones del grupo.
  • Verifica la validez del trabajo del grupo en función de las instrucciones para cada tarea.
  • Se encarga de animar para ampliar y mejorar constantemente los resultados de cada tarea.
  • Presenta o representa al grupo.
  • Se comunica en tareas con otros grupos.

Rol pensador

  • Está atento para que todos hayan entendido las instrucciones. Las explica o parafrasea.
  • Se asegura de que todos sepan llegar a la conclusión del resultado de la tarea.
  • Plantea preguntas que animan a profundizar y pensar más sobre cada actividad.
  • Lidera el uso de las estrategias cognitivas.
  • Anima al grupo a ir más allá de la primera respuesta.
  • Integra las ideas de todos cuando es necesaria una respuesta común.
  • Media en conflictos sobre ideas y opiniones.
  • Anima a buscar fundamentos para defender las propuestas o respuestas.
Escuela Vedruna de Sevilla. Fotografía Amaia Maguregui.

Una de las claves del éxito para trabajar en equipo es que haya un reparto equitativo de tareas. Es necesario que cada uno de sus miembros conozca las funciones a desempeñar en el rol que ocupa.

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El tiempo es oro

El aprendizaje cooperativo no funciona por arte de magia.

El viejo hábito de mandar hacer un trabajo en equipo y esperar a ver qué ocurre una semana después dinamita la confianza de los alumnos; de esta forma, más que aprender a colaborar, quizá no querrán volver a hacerlo nunca.

Es necesario crear secuencias didácticas claras, guías en las que los tiempos para cada tarea sean concisos y permitan desarrollar un proyecto de forma organizada.

Si volvemos al ejemplo del trabajo como producto final, es conveniente asignar tareas de 8, 10 o 12 minutos, durante los cuales los equipos pasan por distintas etapas y breves tareas donde cada uno tiene clara su actividad individual.

Por ejemplo, una guía didáctica que configura el proceso sería: 5 minutos para la lectura, 12 minutos para consensuar las diez ideas principales, 12 minutos para organizarlas en un mapa mental, etc.

Escuela Vedruna de Sevilla. Fotografía Amaia Maguregui.

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Todos ganamos si todos ganamos

La cooperación entre los miembros de un equipo funciona si existe interdependencia positiva en las tareas.

Esto significa que solo podrán alcanzarse los objetivos grupales cuando cada miembro logre los suyos. Asimismo, solo cuando logramos el objetivo del grupo cada miembro puede completar su propia tarea.

El viejo dicho mosquetero de «todos para uno y uno para todos» tiene más sentido que nunca.

¿Cómo podemos generar interdependencia positiva?

A) COMPARTIENDO LOS OBJETIVOS

  • Todos los compañeros del grupo deben alcanzar una calificación o una puntuación determinada cuando se les evalúe individualmente después.
  • Todos los compañeros del grupo deben mejorar, o al menos mantener, su última puntuación o calificación.
  • Marcamos un criterio de resultado o una puntuación que el grupo debe alcanzar. Puede ser una puntuación para el conjunto del grupo, o la suma de las puntuaciones de cada uno de sus miembros.

B) COMPARTIENDO LOS RECURSOS

  • Cada miembro del grupo cuenta solo con una parte del contenido o de los recursos necesarios. Para terminar la tarea es necesario cooperar.

C) COMPARTIENDO LOS PREMIOS

  • Podemos marcar un objetivo común que conduzca a un premio para compartir, o bien premios individuales para cada uno. Las recompensas pueden ser muy variadas:
    • más tiempo libre o recreo,
    • tiempo para escuchar música o para ir a la sala multimedia,
    • organizar actividades especiales en los recreos,
    • uso de materiales especiales de juego −como aros, pelotas o videojuegos−,
    • emitir certificados con nombres originales o que acrediten méritos,
    • insignias o chapas,
    • gominolas,
    • exposiciones de los mejores trabajos,
    • y viajes o salidas especiales.

D) COMPARTIENDO LAS TAREAS

  • Especificando tareas en cada rol que solo puedan ser posibles al cooperar entre compañeros. Por ejemplo, registrar los tiempos de cada tarea en un informe de proyecto en el que un miembro del equipo atienda al reloj y a la secuencia mientras otro apunta los resultados.
Colegio público Ramiro Solans de Zaragoza. Fotografía Amaia Maguregui.

Cara a cara

Cualquier centro que quiera potenciar el aprendizaje cooperativo llama la atención a primera vista.

La disposición de mesas y sillas en hileras ha desaparecido; los alumnos tendrán que abandonar esas actividades tan productivas para el aprendizaje como leer el futuro en la nuca de sus compañeros o soñar despiertos escondidos tras un cogote.

A la escuela se viene, sobre todo, a aprender, y el aprendizaje es más actividad que ensoñaciones en fila.

Por eso, aunque haya momentos de presentación grupal, la organización de las mesas debe disponer a los alumnos cara a cara, centrados sobre el grupo, en disposición circular y con espacio suficiente para que unos grupos no molesten a otros.

El centro de atención está en nuestras tareas conjuntas y, para ello, la disposición física ayuda a centrar la disposición cognitiva y social para la comprensión y la cooperación.

Espacios y profesores también cooperan

El aula o la sala donde trabajamos inspira nuestro modo de comportarnos y de aprender; no es necesario lanzarse a grandes obras para hacer de las clases un espacio cooperativo.

Las paredes del aula pueden hablar, y lo harán de manera constructiva cuando dispongamos de distintos rincones, corchos o espacios donde poder mostrar los trabajos realizados, las funciones de nuestros roles, la secuencia didáctica de las sesiones o los diferentes recursos necesarios.

Por ejemplo, puedes hacer que los grupos se muevan por espacios temáticos dentro de la propia aula, con una actividad en cada lugar, o bien crear un espacio cooperativo que enfatice el trabajo en equipo.

Al mismo tiempo, el profesor se mueve entre las mesas, regatea comentarios entre los grupos, coopera con sus miembros, está atento a la secuencia didáctica de las actividades que coordina y, sobre todo, observa lo que ocurre mientras da sentido a nuestro último criterio.

Evalúa,evalúa,evalúa

El aprendizaje cooperativo logrará implicar a los alumnos en la tarea, aumentará su motivación y demostrará mejorías en los productos de su aprendizaje.

Sin embargo, además del contenido, es necesario que dediquemos parte de la evaluación a las interacciones que habrán desarrollado durante el trabajo.

Los guiones con las funciones de cada rol, el uso de rúbricas, la confianza en las modalidades de heteroevaluación entre compañeros, y de la propia evaluación, son estrategias óptimas para aprender a trabajar en equipo.

Dedica un tanto por ciento de la nota a las habilidades sociales que han puesto en práctica. Se aprende con mayores niveles de comprensión y se adquieren hábitos de forma más sostenible en el tiempo cuando, desde un principio, se comparten con los alumnos los criterios de evaluación y se realiza un baremo integral de todos ellos en las calificaciones.

La inteligencia interpersonal también es para nota.

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