Balance de los laboratorios de innovación de «La escuela, lo primero»
El curso 2019/2020 pasará a la historia escolar como el más extraño, caótico y exigente que se recuerda.
Casi 1100 millones de estudiantes y jóvenes de todo el mundo se vieron afectados por el cierre de escuelas y universidades, fruto de la pandemia provocada por la COVID-19. La volatilidad y los cambios han seguido acompañándonos en los cursos siguientes hasta el día de hoy.
Desde el cierre de los centros educativos el 13 de marzo de 2020, en el equipo de Escuela21 hemos trabajado y colaborado en diferentes proyectos con el objetivo de garantizar la continuidad del aprendizaje, el acompañamiento a los docentes en los momento de mayor dificultad, y el análisis para entender y apoyar a las comunidades educativas con las estrategias y soluciones necesarias ante un desafío inimaginable.
En este contexto nació “La escuela, lo primero”, un proyecto de la fundación COTEC donde coordinamos el trabajo de 200 docentes y más de 25 expertos en búsqueda de soluciones concretas que mejoren la vida de los centros educativos y las familias.
Las conclusiones de todo este proceso de investigación cualitativa organizado alrededor de la resolución de retos en equipos, dinámicas colaborativas, conversatorios y la articulación de un Delphi breve, nos han conducido hasta la redacción de este portafolio educativo de aprendizaje tras dos años de pandemia.
Un Portafolio a medio camino entre informe y diario de investigación que recoge el resultado de un proceso compartido de reflexión, integra la voz del profesorado con la visión de los expertos, y articula un análisis sobre qué se ha aprendido en este curso que, seguramente, haya sido el más complicado de la vida profesional docente.
Balance de la primera edición de 'La escuela, lo primero'
Te dejamos aquí el informe completo, pero para una lectura más ligera te compartimos algunas de las principales claves para entender lo siguiente: ¿qué hemos aprendido de escuelas y docentes en pandemia y qué podemos hacer para seguir mejorando nuestro sistema educativo?
Cómo mejorar el sistema educativo con lo aprendido tras dos años de pandemia
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1. Para reforzar a la escuela hay que reforzar la comunidad
Si los sistemas educativos no pueden ser mejores que la calidad de sus docentes, los docentes no pueden alcanzar el desarrollo pleno de sus estudiantes sin la participación y la colaboración comprometida de muchos otros agentes constructores de comunidad.
Es difícil lograr el éxito de todos los estudiantes sin las raíces y los mecanismos que garanticen la educación en comunidad.
El éxito de los estudiantes y el bienestar personal y profesional de los docentes pasa por la construcción de comunidades. El apoyo cercano, no solo profesional, sino también afectivo y emocional, de compañeros y familias ha sido el mejor antídoto para mantener el pulso de la educación en el tiempo más complicado de la pandemia.
Aprender, colaborar y aspirar a construir comunidad ha sido la primera vacuna para una escuela en tiempos de pandemia; lo fue en un inicio desconcertante donde el profesorado garantizó el seguimiento educativo, y lo ha sido en un curso marcado por la distancia, la alternancia y una acelerada digitalización.
¿Cómo cohesionar en comunidad?
- Recreos de descubrimiento, un espacio de trabajo mensual y corto (de media hora) en el que se trabajan diferentes actividades agradables y reflexivas que ayuden a construir vínculos dentro del grupo, como pueden ser los encuentros al aire libre (en un patio, una terraza, etc.)
- Sala de profesorado sin mesas ni sillas, de manera que sea un espacio donde compartir y estar con los demás.
- Plan de convivencia escolar consensuado por toda la comunidad educativa a partir de la mirada puesta en el propio entorno, los alumnos y las familias por medio de tutorías entre iguales, y de la creación de un decálogo de convivencia, prevención y mediación de conflictos, etc.
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2. Una escuela flexible en horarios y tiempos para facilitar la adaptación
La pandemia ha causado un doble efecto sobre la organización de los tiempos y los espacios en las escuelas.
Por un lado, las restricciones de los contactos han causado un retroceso en el proceso de adecuación de los espacios a las nuevas metodologías docentes. Y, sin embargo, la flexibilización que se ha tenido que adoptar a la fuerza abre la puerta a la realización de cambios que antes se creían imposibles y que tanto pueden aportar al aprendizaje del alumnado.
Muchos espacios han sido reconvertidos en aulas ordinarias, donde los grupos se han mantenido en sus burbujas con horarios alternos durante la semana o escalonados para las salidas, entradas y bajadas al patio, sin salir tampoco del propio centro y con una disposición que complica, entre otras cosas, el trabajo cooperativo; los patios se han dividido en zonas, lo que ha dificultado ciertas actividades e interacciones, y hemos sacado poco partido al espacio exterior.
Sin embargo, la configuración de áreas en bloques interdisciplinares y la consecuente flexibilización del horario ha sido uno de los grandes retos y aprendizajes que han permitido la adaptación metodológica y la integración de los docentes de apoyo y refuerzo.
"La flexibilización que se ha tenido que adoptar a la fuerza abre la puerta a la realización de cambios que antes se creían imposibles"
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¿Cómo responder a la diversidad natural de las aulas en escenarios de aprendizaje más flexibles?
- Buscar ayudas y colaboraciones con asociaciones, grupos de trabajo de necesidades especiales, etc., para tener otra mirada y otras experiencias que nos ayuden a sentirnos acompañados.
- Introducir medidas organizativas flexibles por parte del equipo directivo.
- Emplear espacios de aprendizaje más abiertos.
- Utilizar recursos accesibles y sencillos de acuerdo a los parámetros para el Diseño Universal de Aprendizaje.
- Impulsar semanas temáticas (del arte, del libro, del teatro), Feria de la Ciencia o Feria de la Historia organizadas por el propio alumnado para presentar a la comunidad aprendizajes, descubrimientos o performances de expresión.
- Crear un diario del conocimiento donde se vayan recogiendo los aprendizajes cada día, de modo que se recuperen conocimientos previos y se trabaje la metacognición.
- Promover el aprendizaje entre iguales y las estructuras cooperativas.
- Fomentar la codocencia con otro profesor o especialista en pedagogía terapéutica (PT) dentro del aula.
- Seguir un modelo de autoevaluación y coevaluación entre docentes.
D'Spacio es un toolkit desarrollado en el contexto del proyecto, para guiar el proceso de redefinición de tiempos y espacios en los centros educativos.
3. Activos y digitales
La transferencia de metodologías activas a entornos digitales y semipresenciales ha vivido tres etapas clave, con características distintas, desde marzo de 2020:
Fase reflejo
Con el confinamiento y con el cierre tan abrupto de las escuelas, los docentes se vieron obligados a improvisar la enseñanza en línea.
En este primer momento, la supervivencia obligó a reproducir la enseñanza en el medio digital como si aún continuase siendo presencial.
Los centros educativos mantuvieron sus rutinas, sentaron a los estudiantes frente al ordenador y vivieron exactamente el mismo horario y las mismas asignaturas que habrían cursado de seguir acudiendo al centro.
Se mantuvieron las agrupaciones, y las sesiones de clase se caracterizaron por juntar a todos los escolares en la misma sala digital, como si del aula se tratara. Allí el docente apostaba por animarlos, compartir su día a día, preguntar por su estado anímico y sus preocupaciones, presentar contenidos, y hacer un seguimiento de las tareas propuestas.
Fase de activación en digital
Con la confirmación de que el curso 2019/2020 no volvería a la presencialidad, y con la publicación de los criterios y procedimientos de evaluación aprobados por el Ministerio de Educación, los docentes con mayores posibilidades y competencia digital se embarcaron en el desafío de sacar el máximo partido a la enseñanza y empezaron a buscar recursos electrónicos que se pudieran realizar en colaboración con las familias.
Si bien muchos de estos cambios se dieron siguiendo el mismo horario escolar que antes de la pandemia, es decir, con cada profesor en su hora, este avance metodológico supuso una mejora significativa.
Fase de transformación: de la alternancia a la hibridación
Con el comienzo del curso 2020/2021, los estudiantes volvieron a la escuela. Tras los primeros meses de miedos e incertidumbre, se demostraron los beneficios de la presencialidad y la ausencia de brotes generalizados en las escuelas, lo que poco a poco condujo hacia una nueva normalidad.
Los centros han ejecutado con escrupuloso rigor todas las medidas sanitarias posibles (ventilación, mascarillas, alternancia de grupos, creación de grupos burbuja, elección de coordinadores Covid, separación de patios y tiempos de recreo, y un largo etcétera) y han trabajado para desarrollar sus proyectos educativos e impartir el currículo escolar apoyándose en la tecnología para hacer fluida y continua la alternancia.
La pandemia ha subrayado que las escuelas sólo son capaces de educar con plenitud si están integradas como instituciones coordinadas junto a muchas otras en su entorno, pero reuniendo al mismo tiempo a todos sus agentes: desde los más cercanos (las familias, los estudiantes y los docentes) hasta los allegados escolares (los abuelos, el personal de administración y servicios, las ONG, los monitores extraescolares, los trabajadores sociales, etc.), cada vez más necesitados de mayor reconocimiento por su labor educativa.
La construcción de comunidades educativas evidencia el compromiso del profesorado, así como el de las instituciones a su alrededor.
Si las políticas educativas necesitan de políticas sociales, sanitarias y culturales con medidas y agentes concretos que acompañen a docentes y estudiantes en su crecimiento, los sistemas educativos no pueden potenciar el desarrollo pleno de sus estudiantes sin la participación y la colaboración comprometida de otros numerosos agentes constructores de la comunidad.